No es un término desconocido, se habla mucho del Internet de las Cosas, también conocido por sus siglas IoT (Internet of Things, en inglés). ¿Sabes realmente a lo que se refiere?
Comencemos por definir el concepto: Objetos y dispositivos (cosas) conectados y equipados con sensores, software y otras tecnologías que permiten transmitir y recibir datos.
Vamos a separar el internet de las cosas en 4 puntos:
- Capturar datos. Mediante sensores, los dispositivos de IoT capturan datos de sus alrededores. Esto podría ser tan simple como complejo.
- Compartir datos. Usando conexiones de red disponibles, los dispositivos de IoT hacen que esos datos sean accesibles a través de una nube privada o pública, según se requiera.
- Procesar datos. El software se programa para que haga algo con base en esos datos, ya sea encender el televisor o enviar una señal de emergencia.
- Actuar según los datos. Se realiza un análisis de los datos acumulados de todos los dispositivos de la red IoT. Esto brinda información estratégica importante y valiosa para validar acciones y llevar a cabo una toma de decisiones para negocios confiables.
Aplicación en la empresa
Conforme ha pasado el tiempo, ahora existe un término para el Internet de las Cosas aplicado a las empresas: EIoT (Enterprise Internet of Things) y este puede aplicarse a la infraestructura de la empresa, por poner un ejemplo simple, hablemos de programar horarios para el encendido y apagado del aire acondicionado.
Una de las áreas donde podrás observar la aplicación del Internet de las Cosas de forma más rentable es en el departamento de marketing. Existen dispositivos que recogen información masiva del público objetivo a través de la segmentación por comportamiento web, es decir, por cómo interactúan con todo lo que se pueda cargar a través de un navegador. Estos dispositivos no solo recopilan información, sino que también tienen la capacidad de analizarla, de tal manera que esto se aproxima a la tecnología del Big Data.
Para trasladar el Internet de las cosas a tu organización existen algunos requisitos mínimos.
- Un «aparato» que disponga de conexión a Internet.
- Un dispositivo con conexión a Internet (computadora, móvil, tablet, etc.)
- Una aplicación de forma que, ambas cosas mencionadas en los dos puntos anteriores, puedan integrarse entre sí.
En resumen: el Internet de las Cosas no es pasajero, seguramente tú ya cuentas con algo de ello cuando dices «Oye… enciende el televisor» «Apaga las luces» o cuando reproduces tu playlist dando clic en tu móvil mientras se escucha en otra bocina o se enlaza a tu televisor. En definitiva ha venido a quedarse y cada vez su implantación en el terreno empresarial es mayor.
Las organizaciones que no pretendan quedarse atrás y dejar de ser competitivas tendrán que evolucionar y aplicarlo cada vez en más áreas, ya que hasta su aplicación en el nivel de infraestructura puede influir en que haya o no fugas de tiempo o distracciones a causa de factores que el internet de las cosas podría tener bajo control sin necesidad de preocuparse.