La inteligencia emocional es esencial para tener éxito en la vida, en el trabajo y en las relaciones personales.

La inteligencia emocional es la capacidad de identificar y monitorizar  los sentimientos y emociones, ya sean propias o ajenas.  Es tener la capacidad de poder analizar esa información y utilizarla para guiar los pensamientos, acciones y decisiones.

Es algo que hoy en día es vital en momentos de crisis. Las emociones están diseñadas para guiarte por la vida y no para dañarte.

La inteligencia emocional es un concepto relacionado con la manera con la que interpretamos el mundo e interactuamos con nuestros propios sentimientos y habilidades sociales, la motivación, la empatía, el entusiasmo, la perseverancia, la autoconciencia y el control de los impulsos.

 

¿Por qué es tan importante la inteligencia emocional?

Este es un extracto de artículo publicado en La mente es maravillosa sobre la importancia de la inteligencia emocional: 

“La película Una mente maravillosa narra la lucha contra la esquizofrenia del matemático John Nash, premio Nobel de Economía. En ella hay una escena que ejemplifica la importancia de la inteligencia emocional. Un joven Josh Nash se encuentra en un bar cuando se acerca a una chica que llama su atención. En vez de usar las típicas frases de conquista, caracterizadas por un juego sutil, su propuesta es directa y sin escalas: prefiere ahorrarse todo el ritual de cortejo y exigir un “intercambio de fluidos”. 

“La chica, quien lo mira atónita, no puede más que pensar que se trata, efectivamente, de un bruto. Sin embargo, John Nash es considerado una eminencia, y aun en esos precoces años juveniles, ya destacaba incluso sobre sus mismos profesores en la universidad. En todo caso, a nivel de inteligencia emocional, su coeficiente intelectual no debía de ser tan robusto”.

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1. Conocer bien tus emociones

En esta época los seres humanos estamos rodeado de mucha crisis en todo sentido: horarios laborales extendidos, exceso de estímulos gracias a la expansión del mundo digital, sensación de alerta permanente al estar pendientes del teléfono y un largo etcétera.

 El  primer paso para trabajar la inteligencia emocional es conocer el estado de ánimo y las reacciones ante situaciones cotidianas, buscando establecer las conexiones que estimulan los sentimientos. 

Comprender nuestras emociones es un factor clave para tener éxito en nuestras vidas. Una excelente manera de lograrlo es aprender a nombrarlas en el momento en el que estas aparecen. La pregunta clave es: ¿qué estoy sintiendo en este momento?, ¿es enojo, alegría, tristeza, asco, miedo? 

Este es un proceso que requiere práctica, pero que eventualmente dará sus frutos. Primero se nombra la emoción, luego se aprende a identificar qué la desencadenó, para luego dar pie a el siguiente punto, aprender a controlarlas. 

 

2. Aprender a controlar tus emociones 

Una vez aprendemos a identificar las emociones y comprender cómo nos sentimos respecto a alguna circunstancia, entonces podemos empezar a controlarlas. Si ese primer paso no se da, la impulsividad aparece, haciendo que ciertas situaciones o escenas se salgan de control.

Para aprender a manejar las emociones es necesario sintonizarlas y trabajar en ellas constantemente. 

Algunos consejos puede ser: dar un paseo para despejar la mente, desfogarse con una persona de confianza o respirar hondo varias veces. 

 

3. Expresar tus sentimientos

Probablemente este sea el aspecto que resulta más difícil para muchas personas durante el desarrollo de la inteligencia emocional. No reprimir las emociones y tener la capacidad de poder expresarlas es esencial para desarrollarse plenamente.

Es común encontrar personas a las que se les dificulta enormemente mostrar sentimientos de afecto, como un abrazo o una palabra cortés.

Un ejercicio puede ser entablar una conversación con una persona cercana con frases sinceras como: “¿cómo va su día?”, “te quiero”, “te aprecio”. Son acciones muy importantes para fortalecer y mantener sana esa relación.

También existe la expresión corporal que puede empezar con algo tan sencillo como hacer contacto visual, y escalar poco a poco hasta sentarse uno frente al otro al tener una conversación y muestras de afecto físico como abrazos. Esto suele ser efectivo particularmente para quienes encuentran complicado expresarse verbalmente.

 

4. Sé responsable de tus actos

Cuando las emociones como ira, alegría o tristeza se desbordan, no siempre se sabe cómo canalizar lo que sentimos y solemos actuar de forma imprudente.

Aceptar con responsabilidad nuestros actos es un paso profundo, que proviene del reconocimiento que estas emociones son propias, que las acciones que tomemos en consecuencia pueden ser escogidas. Es decir, transformar las reacciones en acciones conscientes. 

Esto tiene la capacidad de impactar positivamente en todas las personas, porque nos hace sentir capaces de aceptar y reconocer cómo nos sentimos hacia los demás o hacia esas circunstancias que nos incomodan.

Según Psychology Today “Un individuo emocionalmente inteligente es muy consciente de sus propios estados emocionales, incluso la negatividad (frustración, tristeza o algo más sutil) y es capaz de identificarlos y manejarlos”.

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