La victoria de Xiomara Castro llega respaldada por una participación histórica que superó el 68%, una cifra especialmente alta en un contexto de apatía ante las urnas. Después de dos intentos como cabeza de lista, Castro de 62 años, regresa al poder como presidenta, después de haber sido derrocada como primera dama.

“Doce años … Doce años…”, comenzó diciendo Xiomara Castro la noche del domingo frente a sus seguidores en medio de nostálgicas pausas. Sus primeras palabras como presidenta no podían aludir a otro recuerdo que a la noche de junio 2009 cuando su marido Manuel Zelaya fue derrocado por un golpe de Estado que lo sacó del poder y del país en pijama. Su victoria cierra una larga travesía por el desierto de la izquierda hondureña por intentar recuperar la presidencia. Un tiempo en el que la oposición huyó al exilio, vivió después una reelección ilegítima y finalmente un fraude electoral mientras arrastraba su causa por medio mundo con escaso éxito. Con estos mimbres, nada más conocerse los primeros datos oficiales, pueblos y ciudades de todo el país estallaron en una fiesta en la que se gritó una y otra vez “se van, se van” y “sí se pudo”. La noche del domingo en las calles volvió a sonar la pegadiza música electoral de la campaña “Juanchi va para Nueva York, los gringos lo están esperando”, en alusión al actual presidente Juan Orlando Hernández y los vínculos con el narcotráfico que se escucharon sobre él en una corte estadounidense durante el juicio contra su hermano Tony.

A las 9.53 de la noche (casi las 5.00 hora española) Xiomara Castro, tomó el micrófono y frente a sus seguidores dedicó la victoria “a los mártires que ofrecieron su vida para que el pueblo tuviera libertad, democracia y justicia”, dijo en referencia a las muchas veces que su movimiento fue reprimido por soldados y policías. “Dios tarda, pero no olvida”, dijo.

El discurso de Castro fue el de una “presidenta electa”, como fue presentada, que ha logrado convencer al campo y a las clases medias, cansada de la escandalosa corrupción y los vínculos con el narcotráfico que abarcan desde el presidente a un gran número de diputados.

“Nunca más se va a abusar del poder en este país”, insistió. Vamos por una democracia directa y participativa”, señaló en referencia a la Asamblea constituyente con la que promete refundar el país.

Hija de un terrateniente de Olancho, la primera vez que la mayoría de los hondureños escuchó hablar de Xiomara Castro fue en el verano de 2009, cuando se movilizó para defender el Gobierno de su marido, expulsado tras un acuerdo cívico militar por coquetear con Chávez y Cuba y saltarse un buen número de leyes. Hasta ese día, Castro había cumplido de forma impecable el papel que América Latina reserva a las esposas presidenciales: sonreír, inaugurar hospitales y visitar a los pobres, que en Honduras son el 70% de la población. Sin embargo, tras la caída de su marido, dio un paso al frente, que llega hasta hoy.

Más allá de Honduras, el giro a la izquierda agita el tablero centroamericano. Su esposo, Manuel Zelaya y Daniel Ortega son buenos amigos, y el ranchero de Olancho no olvida que el sandinista le acogió y lo paseó cuando salió del poder en 2009. Junto a él viajó en su Mercedes Benz cuando Zelaya amagó más de una vez con regresar a Tegucigalpa desde la vecina Managua durante el Gobierno provisional de Roberto Micheletti. Paralelamente, comparte cercanía con Nayib Bukele a quienes les une su odio a Juan Orlando.

La jornada del domingo deja un gran derrotado que es el presidente saliente Juan Orlando Hernández. Con uno de los índices de popularidad más bajos del continente, Hernández deberá enfrenar, ahora alejado del poder, los señalamientos de la justicia estadounidense. Si bien no tiene ninguna causa abierta, su nombre aparece 104 veces en el juicio contra su hermano en el que fue condenado a 25 años de cárcel por tráfico de drogas.

En la calle la sensación de la victoria de Xiomara Castro llegó en medio dela extrañeza por una victoria que no implicó disturbios ni un espeso conteo. Acostumbrados a la tensión del día de votación, la publicación de resultados fue un bálsamo para el maltratado país que volvió a reír en las calles después de un año.

Con información de: El País

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí