Las personas estamos constantemente comunicándonos, en el entorno personal y también en el entorno laboral. En el proceso de comunicación tan importante es lo que decimos -lenguaje verbal-, como lo que no decimos -lenguaje no verbal-, ya que ambos lenguajes le dan información a nuestro interlocutor sobre nosotros. No obstante una buena comunicación entre dos personas exige al que habla “saber decir” lo que quiere expresar y al que oye “saber escuchar” a quién está hablando.
Hoy nos enfocaremos a saber escuchar, pues es un sentido al que le puedes sacar mucho provecho o que, si no tienes cuidado, puede traerte dificultades.
Saber escuchar es un arte
Definitivamente saber escuchar es un arte y no solo en el mundo empresarial, sino también en el ámbito personal. Ya que muchas personas tienen la idea errónea de que el que más habla es el que cuenta con más sabiduría e inteligencia, cuando a veces resulta que es todo lo contrario.
Para escuchar tenemos que ejecutar los sentidos, aprovechándolos. Tenemos que tener una conexión visual con la persona para que entienda y sepa que nos importa lo que nos está diciendo. Nuestra postura corporal y gestos han de ser cercanos y lentos para aportar tranquilidad y relajación a quien nos habla. Saber escuchar es algo importante y necesario en los seres humanos porque es lo que nos ayuda a relacionarnos, nos hace conocer a quien tenemos delante, ya sea su personalidad, sus temores, deseos, etc., nos aporta información útil desde el punto de vista humano y es una forma de aumentar nuestro conocimiento.
Saber escuchar no sólo es oír a otra persona, es mucho más. Por un lado se necesita que haya una empatía entre el emisor y receptor, un conocimiento previo de ambos, o que el tema de la conversación sea de interés para ambos. En caso contrario, es mucho más complicado que se quiera escuchar lo que se dice.
Una buena escucha nos sirve para no precipitarnos al dar una respuesta. Nos ayudará a hacer mejores preguntas para indagar más acerca de lo que nos están diciendo antes de responder. En definitiva, posibilita que fluya más y mejor la información que nuestro interlocutor nos da y nos ayuda, por tanto, a conocer y comprender mejor lo que verdaderamente nos quiere transmitir.