El covid-19 es uno de los impactos más fuertes que ha enfrentado la humanidad. Las repercusiones de este nuevo virus no sólo ponen en riesgo la vida de los contagiados. El mundo enfrenta un caos enorme, fuertemente marcado por una crisis económica y social que entre sus efectos amenaza con crisis alimentaria en Centroamérica

 

Los números de la crisis alimentaria en Centroamérica

Ya el secretario general de las Naciones Unidas apuntó en junio que la presión que están sufriendo las actividades del sistema alimentario, en materia de producción, transformación, distribución, comercio y consumo de alimentos, puede suponer un riesgo para la seguridad alimentaria.

En este sentido, las medidas de contención ante el virus van más allá de la prevención y manejo de los contagios. Datos del Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas apuntan a que el impacto socioeconómico de la pandemia en América Latina y el Caribe puede dejar hasta 14 millones de personas vulnerables ante el hambre.

Esta crisis alimentaria está fuertemente ligada con la caída de la economía y, por consiguiente, el aumento de la pobreza. Considerando que la línea de la pobreza extrema está determinada a partir del costo de la canasta básica de alimentos, las personas que caen por debajo de esta línea son aquellas que no cuentan con suficientes ingresos para cubrir los costos más básicos de alimentación.

En Centroamérica, actualmente, 4.4 millones de personas se enfrentan a una emergencia alimentaria y el 7% de la población de la región ya están en crisis alimentaria.

En este contexto, quedarse en casa no es una posibilidad, sobre todo cuando en juego está comer o no comer, ya que un porcentaje elevado de la población centroamericana dependen del trabajo informal para su subsistencia.

 

La pandemia del hambre en Centroamérica

Los más afectados por la crisis de alimentación son trabajadores informales que conforman una cantidad considerable de la fuerza de trabajo en Latinoamérica.

Alrededor de 3 mil millones de personas no podrán tener una nutritiva y saludable alimentación en la región. La dificultad de acceder a una buena alimentación para los centroamericanos es más compleja y se debe al alto costo de la alimentación apropiada.

El hambre nunca ha dejado de formar parte de las crisis mundiales, esta vez es aún más prolongada en Centroamérica con cifras que suben constantemente.

En la zona del Pacífico centroamericano, que comúnmente se conoce como «corredor seco», el hambre estacional que ocurre con las sequías que afectan la región durante el verano, puede aumentar aún más.

En buena medida, esto se debe a las restricciones de movilidad y el acaparamiento de alimentos, que repercuten en los precios de los productos básicos.

Datos de Oxfam señalan que entre agosto de 2019 y junio de 2020, la inseguridad alimentaria se elevó en 12%.

Si bien las medidas más restrictivas de confinamiento están empezando a quedar atrás, ahora hace falta una verdadera reactivación económica para poder mejorar las cifras en materia de seguridad alimentaria.

Para ello, la región centroamericana se enfrenta a la necesidad de adquirir créditos y estimular la inversión extranjera.

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