Los resultados de una organización están íntimamente ligados a los resultados que sus líderes son capaces de producir. Una organización, cualquiera que esta sea, difícilmente podrá llegar más lejos de lo que su propio líder sea capaz de desarrollarse y no será capaz de afrontar los desafíos que su liderazgo no sea capaz de soportar.

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Un líder depende, básicamente de 3 elementos para poder producir los resultados que brinda:

  • Destrezas técnicas: tienen que ver con el conocimiento teórico que la persona posea.
  • Destrezas cognitivas: que tienen que ver con el razonamiento analítico y toma de decisiones.
  • Destrezas de inteligencia emocional (IE): la capacidad de trabajar con otros y la efectividad en sobrellevar los cambios que la vida le presenten.Las primeras dos, por complicadas que sea de conseguir no son las que representan el mayor dilema en una organización. Hoy en día, existen numerosas alternativas que permiten encontrar profesionales técnica y cognitivamente preparados y con suficiente capacidad para poder resolver lo que estas dos áreas requieran de ellos; sin embargo, el mayor problema radica justamente en el desarrollo de destrezas de inteligencia emocional. El gobierno de sus propias emociones, la gestión adecuada de ellas así como la interacción que se tiene con otras personas es uno de los mayores problemas que las organizaciones siguen atravesando hoy en día.

Con esto no se está minimizando los aspectos técnicos y cognitivos, todo lo contrario, son fundamentales, pero ante un mundo profesionalmente tan competitivo tenemos que reconocer que estas capacidades son solo el inicio o base de lo que las empresas requieren de un líder que llegue a marcar una diferencia considerable, no solo de manera interna sino, como hemos visto, en los resultados externos que toda institución requiere.

Estudios realizados por expertos como Daniel Goleman, han demostrado que cuanto más alta es la posición de una persona considerada como un empleado de magnífico rendimiento, más se percibía que sus capacidades relacionadas con la inteligencia emocional eran la razón de su efectividad. La inteligencia emocional no solo es capaz de diferenciar a un líder que sobresale del resto de un grupo, sino que permite determinar quiénes son aquellos que tendrán al mismo tiempo la oportunidad de brindar resultados que sobresalgan de los demás.

Por cierto, es importante decir que el líder que posee inteligencia emocional no es solo aquella persona que suele “caer bien”, sino que utiliza sus habilidades relacionales para generar una influencia a favor de los resultados que la organización persigue. “Caer bien” no es suficiente cuando de brindar resultados se trata, se requiere más que simpatía para que una persona pueda considerarse emocionalmente inteligente.

La inteligencia emocional es un diferenciador en el liderazgo. Es una competencia que puede adquirirse y que nos permitirá que logremos desarrollar nuestra verdadera esencia a favor de los resultados que se espera de cada uno.

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